6 ene 2012

Capítulo 6

-¿Qué piensas hacer, preciosa? Ya no puedes salir de aquí.
-Sois repugnantes… -Salió corriendo hacia los demonios, en su mano apareció una katana negra. Con ella, golpeó a los demonios, logrando desintegrar a uno.
-Lo que intentas es inútil, aunque nos mates a todos no podrás escapar, la puerta está sellada. –Unas risas siniestras se escucharon por toda la casa. En ese momento, Sensey despertó en la cueva, con dolor de cabeza. Se incorporó y Saitou se acercó a ella, preocupado.
-¿Q-qué ha pasado? –Logró decir Sensey.
-Te encontré en el bosque… Al ver que no regresabas, salí a buscarte. Al parecer te habías dado un golpe en la cabeza…
-Entonces… Todo ha sido un sueño…
-No todo… Supongo… Inconscientemente entraste a la casa y sacaste esto. –Saitou sacó una bolsa plateada de debajo de una roca.- Y más cosas que yo recogí del bosque, pero están escondidas bajo las rocas y me da pereza sacarlas… -Rió levemente. Sensey suspiró, estaba tranquila, al menos no estaba herida gravemente, o eso creía ella.- Y ahora deberíamos irnos, creo que me descubrieron…
-Entonces vas a tener que desenterrar lo que conseguiste de todos modos… -Sonrió.
-No todo… Mira la entrada… -Saitou señaló a la salida de la cueva y Sensey obedeció. Se acercó a la salida y descubrió un carruaje de madera, que parecía bastante resistente a simple vista. Llevaba dos caballos negros atados, aunque Sensey pensó en convertirse ella en otro y guiarlos… No, acompañaría a Saitou. Se acercó al carruaje y abrió una puerta. Por dentro era de cuero negro, y las paredes eran rojas. De las ventanas colgaban unas cortinas con extraños símbolos, que Sensey no había visto nunca. Se giró y miró a Saitou.
-¿De dónde has sacado esto? –Preguntó asombrada.
-Del pueblo… Al parecer ya han recogido su comida… No creo que se vallan en poco tiempo. Por eso, supongo que sería mejor si te vas…
-Espera… ¿T-tú no vas a venir conmigo? –Miró a Saitou. Por una vez, le preocupaba viajar sola, aunque más que eso, le daba miedo alejarse de él. Llevaba poco tiempo a su lado, pero parecía que llevaran más tiempo juntos.
-No… No quiero ponerte en peligro…
-¡N-no! Y-yo estaré bien… Por favor… V-ven… -Miró al suelo. Parecía una idiota, pero le era demasiado difícil alejarse de él.
-¿Estás segura?... No dijiste eso mientras dormías… -Saitou la miró. Su mirada reflejaba tristeza, y ese sentimiento extraño, pero Sensey seguía sin entenderlo. Sensey se acercó a él y le abrazó, casi por un acto involuntario. A ella no le disgustaba, pero no comprendía por qué lo había hecho.
-Estoy muy segura… -Sonrió. Saitou la miró sonriendo y siguió el abrazo, susurrando:
-Entonces iré… Recogeré las cosas, mientras, intenta explicarles el camino a los caballos, se te dan bien los animales, ¿no? –Rió, dio un beso sobre la mejilla de Sensey y caminó hacia la cueva. Sensey se acercó a los caballos y descubrió que eran pegasos, animales de la mitología griega. Pensaba que no existían, pero, claro: también pensaba lo mismo de los minotauros y en el infierno los encontró. Suspiró, les explicó el camino y se sentó en el asiento del carruaje, esperando a Saitou.

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